La “midnight clause” o cláusula de resolución de controversias

En la negociación de todo contrato, se requiere invertir mucho tiempo en la discusión y redacción de un sinnúmero de cláusulas, ya que todo lo que se escriture en el acuerdo contractual determinará la forma en que las partes ejecutarán su relación comercial. En ese contexto, la claridad y el detalle con que se estipulen las cláusulas será esencial para evitar errores de interpretación o de alcance que den lugar a discusiones innecesarias entre las partes.

Dentro de esas cláusulas o artículos, hay una que los abogados suelen llamarla como “midnight clause” (cláusula de medianoche), denominación que obedece al hecho de que, dentro de todas las cláusulas discutidas y negociadas por las partes, a esta se le otorga tan poca atención, que termina incorporándose a la medianoche del último día del plazo que las partes fijaron para negociar el contrato, de manera apurada y sin ningún análisis exhaustivo de las consecuencias cuyos términos pueden llegar a dar lugar: la cláusula de resolución de controversias. 

En contraste con esa ligereza, lo cierto es que la cláusula de solución de controversias puede llegar a tener alcances y efectos trascendentales al momento de surgir una disputa entre las partes. En efecto, si las partes podrán acudir directamente a los tribunales de justicia o deberán someterse a un proceso de negociación directa previo; si las partes podrán o no optar por una mediación; si las partes deberán acudir a la justicia ordinaria o a la arbitral; si pactándose justicia arbitral, el árbitro fallará conforme a derecho o a su prudencia o equidad; o cuál será el régimen de recursos en contra de la sentencia que se dicte, son solo algunas de las cuestiones que quedarán -o debieran quedar- determinadas en la cláusula de solución de controversias. 

Lo anterior no es menor. Cada una de las cuestiones que se fijen en la cláusula de solución de controversias tiene y debe ser el resultado de un análisis detallado de las condiciones particulares del contrato que se está negociando y de la posición y características que tienen las partes involucradas. Una cláusula de solución de controversias mal redactada, o que fije requisitos que no se condicen con el contrato celebrado, puede dar lugar a larguísimos incidentes en los juicios, entorpeciendo y dilatando el acceso a la solución que ponga término al conflicto entre las partes, que es finalmente el principal objetivo buscado por éstas. Conocidos son los casos de contratos evidentemente internacionales en que se han pactado cláusulas de solución de controversias netamente nacionales, o cláusulas escalonadas (cláusulas que exigen el cumplimiento de etapas previas antes de acceder a la justicia civil o arbitral) que no se encuentran lo suficientemente detalladas, dando lugar a largas discusiones entre las partes sobre si fueron cumplidas o no.

Lo cierto es que la forma en que las partes solucionarán los conflictos que puedan surgir en una relación contractual no puede ser una cuestión que se deje para el último minuto de la negociación del contrato. 

El llamado entonces es a darle a la cláusula de solución de controversias la importancia que requiere, pactándola con la debida antelación y asesorándose en su análisis y redacción por abogados expertos en litigación.

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